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martes, 17 de agosto de 2010

En ese preciso lugar, en ese preciso momento.

Es curioso como todo parece suceder por algo (por qué? Ya no lo sé, pero es lo que menos importa).



Quizá un cúmulo de casualidades: una equivocación de escaleras, esa parada de metro, ese vagón, a esa hora, ...esa equivocación, esas horas de espera, esos nervios aún presentes y todo para algo que ni siquieres sabes lo que es.
Quizá lo curioso es aventurarse a la aventura. El "ver a ver qué pasa" siempre me resultó atrayente. Pero ultimamente me puede el pensar y el preguntarme qué cúmulo de casualidades/paradojas/coyunturas/oportunidades me conducen en cada acto, cada situación, cada circunstancia.


¿Por qué estoy ahora en Berlín? ¿Por qué estudio en Segovia? ¿Por qué tengo este blog? ¿Por qué estoy escuchando esta música? ¿Por qué me duele la espalda?


Para contestar cada pregunta podría dar una simple respuesta. Mas esta vendría precedida de una serie de acontecimientos, personas o momentos que lo habrían condicionado antes. Y estos a su vez por otros tantos de los que habría dependido.


¿Casualidad? ¿Destino? Me parecen términos demasiado ambiguos. Me gusta más decir que todo pasa por alguna razón, a veces inadvertida. O quizás que (tirando un poco de Amelie) "Las oportunidades pasan deprisa, hay que cogerlas sin dudar".


Y pensando ahora echo un montón de menos mi mayot (el dar un par de fouttes a petición de Lucas me abrió el apetito dancísitco), tengo ganas de ver Amelie y también de bajar en ascensor desde el tejado dándole a todos los botones. Ah! También el quedar para tomar café, aunque yo nunca los tome.


Es todo muy curioso. Solo digo que la próxima vez que penseis algo así como "qué hago yo , aquí y ahora, haciendo esto?"  pareis de pensar y simplemente os dejeis llevar. Si estais ahí en ese momento por algo será.

lunes, 9 de agosto de 2010

A qué huele Berlín

No sabría decírtelo exactamente. Creo que huele, sobre todo, a esta casa y esta casa creo que huele al olor de las colchas de la cama, que creo huelen a su detergente. ¿Berlín huele al detergente que usa la señora Antje Kornalsky? Es probable. También huele a verde, en Fridenau (nuestro vecindario) hay muchos árboles. También huele a noches de verano. Incluso un pelín lluvia y a ganas de otoño.

Ahora mismo me bebo un colacao con unos cereales muy raros que compré en el Lidl, están buenísimos. Hoy internet va tan bien que nos hemos tomado el lujo de subir dos capítulos desde casa sin necesidad de ir a la escalera. Es más: voy a ver el primer capítulo de la quinta temporada de Cómo conocí a vuestra madre (estoy un poco nerviosa)

Auf wiedersehen!

(9 litros de cerveza? vaaaaya)

domingo, 8 de agosto de 2010

Tengo el culo con relieve de esparto

Nuestro querido piso berlinés no es perfecto. De momento solo le hemos encontrado 4 defectos:
-1. no tienes persianas
-2. no tiene microondas
-3. es un cuarto sin ascensor
-4. (y más grave) el WIFI no llega
Así que, como solución alternativa estamos en las escaleras chupando WIFI para subir los episodios de www.strugenstroghen.tk , los cuales, espero, que os gusten. Lo peor no ha sido que el hijo de la familia haya aparecido aqui de repente y se haya pegado un susto de muerte, si no que las escaleras tienen una alfombra de esparto y PICA MUCHO.

Por lo demás, las cosas en Berlín siguen marchando muy requetebien (vamos, podeis ver lo tonta que estamos audiovisualmente, así que no os digo mas).

Hace un ratino estaba yo tomando el aire en la ventana. Respirando la brisa alemana. Como acostumbro, siempre asocio lugares y momentos a olores y asomándome a las ventanas es donde más los consigo. Son instantes muy agradables donde poder unirse a una nueva situación a través de lo que estás respirando.
Me gusta ser nómada. Creo que este año he vivido en unos cinco o seis sitios diferentes y cada uno tenía su ventana y su olor característico.
Ahora echo de menos el tejado de mi piso de Segovia.

Bueno, os dejo, estamos empezando a oir al hijo de la familia jugetear con su novia.
Kuss!

jueves, 5 de agosto de 2010

Berlín Berlinero, cómo llegar

Son las 03.44am. Viernes 5 de Agosto. Una fresca noche en Berlín.
Es hora de contaros, al menos un poquito, como ha sido todo esto desde que llegué.
Tras mi última actualización, me levanté para marchar a barajas con una ligera resaca. De nuevo marchando rumbo a Madrid, llegamos al aeropuerto donde, tras una hora esperando en atención al cliente, pudimos facturar y embarcar.
  Un total de 7 horas en el aeropuerto (fuimos muy pronto) hasta coger nuestro vuelo a Berlín, que llegó con retraso. Entre sueño y sueño pasaban las horas y nuestra preocupación crecía, pues íbamos a llegar muy tarde y aún teníamos que apañárnoslas para llegar hasta nuestra casa desde el aeropuerto de Tegel. A todo esto, claro está, sin tener ni idea de alemán y sin haber cenado.

  Llegamos por fin, empezamos a ver trocitos de calles berlinesas desde el aeropuerto. Buscamos un supuesto autobús línea 109 que tenemos que coger y lo encontramos gracias a una simpatiquisisisisisima pareja alemana que viaja en la misma dirección que nosotros y que nos acompaña durante medio trayecto. Más tarde, en el metro, hablamos con ellos (obviamente, en inglés) sobre la victoria de España en el mundial y diversos temas interculturales. Nos dejan en otra parada en la que tenemos que hacer trasbordo. Llegamos a un metro tercermundista donde otra pareja de alemanes vuelve a orientarnos. Abandonamos el metro y estamos, supuestamente, en la calle de nuestra casa…pero no sabemos cómo llegar. Y de nuevo, otro amable berlinés se acerca a ayudarnos sin ni siquiera pedirle ayuda: nuestros planos esparcidos por el suelo son una perfecta señal de que no sabemos dónde estamos. Nos orienta y caminamos por fin rumbo a casa. Bueno, a todo esto: puede pareceros algo fácil y sencillo, pero se me olvidaba comentar que, aparte de ser medianoche y no haber comido, íbamos arrastrando un par de maletas de 20kilos… y en los metros berlineses no abundan las escaleras mecánicas.
  Por fin damos con el portal número 8 de nuestra calle (escribiría el  nombre, pero no me lo he aprendido) y llamamos a nuestro nuevo hogar. Nos responden con un alegre “Hallo!” y entramos. Un precioso piso antiguo con una alfombra roja y muuuuuuuuchas escaleras ascendentes por las cuales tenemos que arrastrar nuestras maletas otra vez. Llegamos al quinto piso sudando a chorro y nos recibe una amable mujer de mediana edad, con pelo tirando a canoso y gran sonrisa. Nos recibe disculpándose por no haber podido venir a recogernos al aeropuerto y nos ofrece algo de beber, todo en un perfecto inglés. Nos da agua con gas y veo el asco en la cara de Sheila. De repente nos dice que nos toca cargar con las maletas de nuevo: hay más escaleras de camino a nuestras habitaciones. Pensamos nosotras que el piso sería un dúplex. Pero no. Resulta que nuestra amiga Antje (Ana en español) tiene un pequeño apartamentito anexo a su casa, recién restaurado, totalmente nuevo y amueblado todo con las últimas colecciones de IKEA. Y es más, lo estrenamos nosotras, somos sus primeras huéspedes. Se despide de nosotras para dejarnos descansar. Sheila y yo empezamos a fliparlo y corremos de un lado a otro dando gracias a Dios y a los ángeles por habernos bendecido con semejante familia/casa alemana: tenemos un piso (delujo) para nosotras solas y encima una familia amable de la que podemos tirar en caso de emergencia pero de la que no hemos de depender. Mejor imposible. Ahora llega el momento en el que el agotamiento nos puede y, tras una buena ducha, nos vamos a la cama. Pero estamos tan emocionadas que no podemos dormir y de vez en cuando alguna suelta alguna expresión de júbilo alegando nuestra dicha. Ya entrada la madrugada, esas cómodas camas de IKEA nos conducen al sueño…
  Despertamos a la mañana siguiente, toca ir al colegio a las 8 y media. Tenemos de nuevo más suerte: el colegio está a 15 minutos andando de casa y en línea recta, no hace falta ni metro (a diferencia de algunos de nuestro compañeros que han de recorrer una hora de metro para llegar a clase). Llegamos y descubrimos que Sheila tiene turno de tarde y yo de mañana, lo cual jode nuestros planes. Conocemos a un grupo de españoles (como no) que en el futuro (más bien dicho: presente) se convertirán en nuestros compañeros de aventura. Tras unos breves instantes de conversación, decidimos pasarnos todos al grupo de tarde alegando: “aquí nos quedamos todos sin siesta o la puta al río”.
  Vamos a hacer la compra al Lidl de al lado de casa (amamos el Lidl) con nuestro amigo Andrea, un suizo muy simpático que me riñó por comprar queso Philadelphia para la pasta: sus raíces italianas le hacían odiarme por no saber cómo cocinar spaguettis con mozarella. Comemos rápido en casa (pasta, como no, no olvidemos que seguimos siendo estudiantes) y vamos corriendo al colegio: nuestra primera clase comienza a las 2. Nuestro profesor, Edgar, es un cachondo. Y, sorprendentemente, conseguimos aprender alemán, poco a poco, pero lo hacemos. Ahora tenemos a otra profesora, Marion, más aburrida, pero bueno… El lunes vuelve a venir Edgar que onomatopeyiza absolutamente todo y te explica lo que no entiendes con pantomimas. Hemos aprendido la conjugación de verbos regulares, el verbo ser, varias formas básicas de presentación, posesivos, artículos, pronombres, el abecederio y los números del uno al diez (el 6, misteriosamente, se ha hecho muy famoso entre nosotros).
  Entre nuestro recorrido turístico actual se encuentra el muro de Berlín, la puerta de Branderburgo, Alexander Platz, la torre de la televisión, la catedral y alguna cosa más. Aquí el metro es genial: aún no hemos comprado ni un billete, aunque deberíamos hacerlo por si algún día algún revisor nos lo pide. El tiempo acompaña: ni frío ni calor, alguna ligera lluvia pero de las que no molestan. Ya he probado la cerveza alemana y tras medio litro bebido en un enorme vaso, puedo decir, con una ligera sonrisa etílica en los labios, que está buena. Pasamos un par de horas hablando con Antje (cuyo piso parece más bien un loft neoyorquino) y después pasamos media noche con su hijo, Martin, recién venido de la Marina y obsesionado con tunear su coche. Nos presentó a su amigo: Benjamin, un chico peculiar (sin más…).
  Aquí la gente es amable. Empezar con el alemán no ha sido tan terrible como pensaba. Además Berlín no es excesivamente caro. Los amigos españoles que hemos encontrado aquí son gente singular que conoces un día y al siguiente están cenando tortilla de patatas en tu casa (es más, te la cocinan ellos y luego te friegan los platos). Llevo aquí tres días y me ha costado la mitad de la mitad adaptarme a esto. Sencillamente no puedo menos que decir que es genial y que creo que esto será una gran experiencia.
  Las 4.07, corto la transmisión. He de seguir con el videoblog, pues no dejamos de tener problemas técnicos consecuencia de nuestra mala y escasa conexión a internet y de dificultades de formato con mis editores de vídeo que me están obligando a volver al Movie Maker (sí, es muy cutre).
  Contadme algo de España, ¿mucho calor?
Auf Wiedersehen ¡! Kuss!

martes, 3 de agosto de 2010

(el título de hoy es demasiado largo para que quepa aquí)

(entrada de la madrugada del 31 de Julio al 1 de Agosto)
Título: la historia de cómo fui y volví de Segovia en un día, compré una jirafa, recuperé mi cámara, mi tren se incendió, hice las maletas y Plasencia mejoró un poco tras una grata noche de fiesta.
4.45 am. marca el reloj. Suena una lista de música compuesta por los Arctic Monkeys, Deluxe, Lori Meyers, Love of Lesbian, Jamie Cullum, Lily Allen y alguien más. Mi estómago ruge de hambre pero mi vagancia es muy grande como para levantarme a hacerme un Nesquick. Me duelen los pies consecuencia de una noche de tacones, aunque tampoco me duelen demasiado. De repente acaba de empezar a sonar America de Razorlight en el reproductor. Dios, qué genial. Estoy viendo una cicatriz enorme que tengo en el muslo consecuencia de haberme quemado hoy yo solita con la plancha. Mierda, ahora me duele. Mis pies están rojos! Me saben las entrañas a calimocho, pero lo justo. Tengo el punto justo en que mis ojos están entrecerrados pero lo suficientemente abiertos. Perfecto.
A lo que íbamos. Hay mucho que contar. Como dijo Jack el destripador: “vamos por partes”.
“…la historia de cómo fui y volví de Segovia en un día, compré una jirafa, recuperé mi cámara, mi tren se incendió…”
  Todo sucedió hace un par de días. Yo quería apuntarme a un curso de diseño gráfico que organiza la oficina de desempleo de Segovia. Casualidades de la vida me dio por llamar para saber cuando se realizaba la inscripción. A todo esto que me dicen que la tercera semana de Agosto hacen las entrevista para el ingreso del curso.” Y yo: ah, pues muy bien, estoy en Alemania”. A lo que me responden algo así como: “malamente te vas a apuntar si estás en Alemania”. Y yo contesto: “¿Puedo ir mañana?. A lo que me dicen: “Sí”. Y ahí me veis a mí, a dos días de irme a Berlín cogiéndome un tren a Madrid un autobús a Segovia para inscribirme al maldito curso. Pero esa no es la parte emocionante de la historia. Voy a contaros lo que para mí fue la intrépida aventura de mi viernes en Madrid.
  Como suelo hacer siempre que voy a Madrid, quise aprovechar la coyuntura para ver a algún amigo. Casualidades de la vida no obtuve respuesta alguna, por lo cual mis planes a Madrid se redujeron en marchar  a Pío y pillar el autobús de Segovia…cuando…de repente, una bombilla se me iluminó: “no lo he contado en el blog porque no he tenido internet, pero mi Reflex ( recién venida del servicio técnico porque no funcionaba bien) ni siquiera se encendía , por lo que marchó de nuevo al servicio. Y allí seguía, a dos días de irme a Berlín y con las esperanzas por el suelo por no poder llevarme a mi Reflex. A todo esto, en el tren, me da por llamar a Nikon y llorarle a la chica diciéndole que si hacía falta iba yo por la cámara alquintocarajo que era donde estaba el centro de reparación. Y eso hice. Me ves a mí corriendo de metro a metro ,con unas chanclas que resbalaban mucho, para llegar al Santiago Bernabeú desde Sol en media hora, que allí estaba el centro de servicio. Y luego, cámara en mano y frente llena de sudor, ir a Príncipe Pío rauda como el rayo para coger el autobús antes de las 14.30. A todo esto sin comer. Llegada exprés a Segovia, ir al centro, hacer la entrevista. “pues muy bien”. Ahora a ver si me cogen. Corriendo a la estación de nuevo, coger el bus vuelta a Madrid. Atocha. Tren con retraso. Casualidades de la vida me encuentro a un amigo de Plasencia que en el futuro próximo sería una parte muy importante de este viaje. Resulta que el tren empieza a oler a gasolina, nos quedamos sin asiento, nos paran en Illescas y nos dejan allí, a la solana, que el tren está recalentado (salía gas). La gente desesperada y nosotros, ajenos al jolgorio indignado de los demás pasajeros, pasando el tiempo bebiendo cerveza y haciendo dibujitos de la gente saliendo del tren con la cabeza en llamas. Total, llegué a Plasencia a las doce de la noche, con dos horas de retraso, matada y cansadísima. Pero fue una gran aventura.
Y os preguntareis: ¿y la jirafa? La compré en el Imaginarium de Atocha. El dependiente fue muy simpático, tenía muchos piercings, pero era tremendamente amable y me dio una piruleta (debió verme la cara de niña). Me pasé toda la mañana haciéndole fotos a Jirafa (pues ese es el nombre de mi nueva jirafa, versión en pequeña de mi otra jirafa) por Madrid, dando paseos por puesto de libros, el retiro y gran vía. Disfrutamos mucho del paseo, se podía andar por la calle (cosa que en Plasencia con su calor es imposible). Madrid me encanta, cada día un pelín más.
El TOTAL: 8 horas de tren + 2h y media de autobús + metro sol-bernabéu, bernbéu-pío, pío-atocha + paseo a pie desde Atocha hasta Sol rodeando el retiro y recorriendo Gran Vía.
“…la historia de cómo hice las maletas y Plasencia mejoró un poco tras una grata noche de fiesta.”
Resulta que acabo de venir de estar por ahí de pendoneo. Tras una agotadora (sin exagerar) tarde de maletas (mucho calor) tocó despejarse saliendo de botellón antes del gran viaje que mañana acontece. Y hoy, he de confesar que Plasencia ha ganado un punto a su favor. O creo decir: varios puntos. No tengo defecto alguno que sacarle a la noche de hoy. La gente ha sido maja, amable y he tenido grandes conversaciones esta noche. Es más, me ha alegrado mucho hablar con gente con la que creía jamás volvería a cruzar palabra. Y es más más: ahora me da rabia no estar en el Martes Mayor (fiesta gorda de Plasencia) y disfrutarlo con ciertas personas. Y una última cosa que contar sobre la noche de hoy: siempre que vuelvo a casa un tanto achispada me pueden pasar dos cosas:
                 1. Que me dé por perseguir gatos.
                 2. Que me emparanoie con que alguien me persigue.
Pues hoy me han pasado las dos! Ha sido genial. Una noche de fiesta como Dios manda. Sí señor.
Pero a todo esto, que yo mañana, qué digo mañana. HOY! :Me voy a Berlín!!! Y tengo varias cosas que decir al respecto. Bueno. Como veréis en el banner el blog se da de alta por vacaciones. Pero esto tiene una explicación. Durante mi estancia en Berlín el blog se sustituye por un vídeo blog titulado:
En él podréis ver de primera mano, de forma audiovisual (con una calidad mejorable) nuestras aventuras en la capital alemana. Como somos muy guays lo escribimos en inglés (sí, qué pasa?). La gracia es que, a estas alturas (5.08am) aún no está hecho el capítulo 0 y a estas horas (con mi ligero achispamiento) tengo que acabarlo para mañana subirlo antes de marchar a Madrid. El caso es que tengo mucho, mucho sueño. Me quiero dormir. Jooo.
Venga no, que lo tengo que acabar. Animo María! Animo!
(resulta gracioso ver cómo me doy ánimos a mí misma, verdad?)
Lo más peor de todo, que ahora mismo, no sé porqué, estoy echando mucho de menos a gente de Segovia. Será el alcohol? Así que aprovecho para mandar un beso a : Ana, Carmen, Mariño, Zaida, Jesús, Javi J-B y a los Vendimiantes. De la misma forma, mando un abrazo enorme a los lectores placentinos de este estúpido blog (pero, no tenéis nada más interesante que leer?).
Quedan 139 días para el concierto de MGMT.
Un saludo para Blanca. Tú a la India, yo a Berlín.
Un saludo para Rodrigo, yo también me quedo con el primero.
Un beso y un abrazo para Rafilla, José Carlos y Ricardo.
Y dos abrazos para Sarica y para César.
Y tres para Álvaro (Móstoles).
Y muchos más para la panda de “Yo también me colé en la última premier de Harry Potter” y para las Miami-áticas.
Para Sheila: 20 días aguantándote= infierno=que nooo que es broma)
Tengo sueño, joo.

Bueno, que aufvidersen
Suena: Le Mépris – Theme de Camille
Por cierto, hoy tuve un sueño muy raro, pero me encantó.

(...)
Son las 6.36 y me he dado por vencida: no he acabado el capítulo, demasiado sueño, quizá mañana en el avión…


(en breves: historias y aventuras de Berlín!)