Isaac Asimov, que ya era un visionario en su época, decía cuando hablaba sobre el aprendizaje voluntario que no todos podríamos seguir el mismo ritmo. Él insistía en que si cada uno seguía su propia veda, el interés por aprender materias más difíciles o menos interesantes, se magnifica y se hace más intenso.
Mi condición apolítica vigente desde que tengo uso de razón, me impidió siempre interesarme lo más mínimo en la política. La historia española me desinteresaba por la ingente cantidad de contenidos socioeconomicofilopolíticos que integraba y que sencillamente me aburrían.
Pero, como decía Isaac Asimov, el seguir mi "propia veda" tarde o temprano me dirigió a interesarme por otro tipo de campos.
Y de estas maneras mis aprendizajes sobre publicidad y comunicación me derivaron a querer aprender de política, propaganda y mediatización.
Todo empezó... una madrugada del 17 de Mayo. Madrugadas de estas de acabar trabajos (mítico...) a las 3 de la mañana y de darle una última revisión al Twitter por ver quién comparte mi insomnio. De encontrar un retweet de un retweet de un retweet donde poder ver en streaming todo lo que acontece en la Puerta del Sol. Escuchar las voces, ver sus caras...verlo en el mismo momento en que pasa desde la silla de mi habitación y leyendo a personas de toda España que comentan al lado, preocupadas por el resto de las acampadas.
Me fascinó.
¿Cómo era posible que todo este movimiento hubiera generado tal ingente sentimiento? De repente todo parecía estar unido. Por unos motivos u otros la gente permanecía junta. Políticos, sociales, económicos...El motivo no importaba, Allí estaban todos, jóvenes y no tan jóvenes ayudándose indignándose, juntos.
Desde ese día, he estado siguiendo con atención todo lo sucedido. Viendo como la mediatización de las vías convencionales estaba tan corrompida, apagué la tele (bueno en realidad la enciendo poco) tiré el periódico (el de divulgación gratuita que dan en la facultad...) y abrí el portátil (con sonido de bisagra oxidada del uso y todo).
Me sentí parte de la historia. A través de las redes sociales y el micro-blogging podía saber que pasaba hasta en Siberia. El poder de la comunicación me había atraído tanto que sencillamente necesitaba saber más. Bajé al acueducto y hablé con la gente. Unos me explicaban su frustración como jóvenes, otros su punto de vista trabajado con la edad... y a otros les pedía yo me explicaran qué se quería y pretendía con estas asambleas. De repente la Teoría del Café se cumplía incluso con un trozo de paella entre medias, las personas me enseñaban más que cualquier medio y yo aprendía más de mí misma que con el briefing más molón.
Aprendí como parecemos nacer en un bipartidismo innato que nos condiciona a no molestarnos a elegir fuera de lo de siempre. Como la creatividad brilla en las calles, como se cambiaba el nombre de las plazas e incluso como alguna marca se aprovechaba. Pero pese a esto también aprendí que muchas veces las victorias de unos se convierten en las derrotas de otros. Que un #nonosvamos se interpreta como un regodeo del fracaso. El mirar ciertos titulares, fotografías e interpretaciones muchas veces me producía un ligero ardor de estómago: sus palabras no parecían recoger nada de todo aquello en lo que yo me había inmerso. Claro, es tan difícil ver el vaso medio lleno o medio vacío, según convenga....
Supongo que, como muy bien dice (o dibuja) mi querido hermano: todo acaba siendo la misma mierda con nombre diferente.
A veces creo que todo esto que he ido relatando: asombro, emoción, curiosidad, miedo... se condensó en un día, el 27 de Mayo.
Me levanto un viernes y abro Twitter como todas las mañanas (a eso de las 13.00h...). Lo primero que me encuentro es sencillamente dolor.
La Plaza Cataluña, esa plaza por la que durante dos meses pasé diariamente, esa plaza donde un día me encontré a un señor tocando un piano de cola, esa plaza donde iba a espantar palomas y donde leía cuando hacía sol estaba llena de violencia. No entendía como podían atacar a un movimiento pacífico ni como el fútbol volvía a ser la cortina de humo.
Veo como de repente un hastag se vuelve Trending Topic en momentos, como una fotografía se viraliza con más de 200.000 visitas en apenas 20 minutos... Pero en esos momentos la comunicación deja de asombrarme tras quedar lleno el cupo de la estupefacción.
Y sí, por una vez los medios parecen hablar del tema (Antena3. La Noria). Pero yo sigo sin comprender porque el asfalto que tanto recorrí ahora estaba lleno de sangre.
Supongo que para muchos esto no dejará de ser un movimiento de niñatas y perroflautas. Quizá algo que no lleve a nada o quizá algo que ha hecho que, al menos, la gente se levante del sofá, apague la tele y vaya " a oler " qué pasa.
Yo mientras tanto, sigo fascinada, asombrada e inmersa en estudiar la historia desde el presente. Ahora incluso quiero saber más de la pasada y dejar de preguntarme tanto por la futura. Como siempre dice mi padre... "No preguntes por saber, que el tiempo te lo dirá".
PD. si algo me encanta son los perfiles que la familia real acaba de crear en Twitter. No sé porqué, pero me suena a un muy buen aprovechamiento de la moneda social...
Mi condición apolítica vigente desde que tengo uso de razón, me impidió siempre interesarme lo más mínimo en la política. La historia española me desinteresaba por la ingente cantidad de contenidos socioeconomicofilopolíticos que integraba y que sencillamente me aburrían.
Pero, como decía Isaac Asimov, el seguir mi "propia veda" tarde o temprano me dirigió a interesarme por otro tipo de campos.
Y de estas maneras mis aprendizajes sobre publicidad y comunicación me derivaron a querer aprender de política, propaganda y mediatización.
Todo empezó... una madrugada del 17 de Mayo. Madrugadas de estas de acabar trabajos (mítico...) a las 3 de la mañana y de darle una última revisión al Twitter por ver quién comparte mi insomnio. De encontrar un retweet de un retweet de un retweet donde poder ver en streaming todo lo que acontece en la Puerta del Sol. Escuchar las voces, ver sus caras...verlo en el mismo momento en que pasa desde la silla de mi habitación y leyendo a personas de toda España que comentan al lado, preocupadas por el resto de las acampadas.
Me fascinó.
¿Cómo era posible que todo este movimiento hubiera generado tal ingente sentimiento? De repente todo parecía estar unido. Por unos motivos u otros la gente permanecía junta. Políticos, sociales, económicos...El motivo no importaba, Allí estaban todos, jóvenes y no tan jóvenes ayudándose indignándose, juntos.
Desde ese día, he estado siguiendo con atención todo lo sucedido. Viendo como la mediatización de las vías convencionales estaba tan corrompida, apagué la tele (bueno en realidad la enciendo poco) tiré el periódico (el de divulgación gratuita que dan en la facultad...) y abrí el portátil (con sonido de bisagra oxidada del uso y todo).
Me sentí parte de la historia. A través de las redes sociales y el micro-blogging podía saber que pasaba hasta en Siberia. El poder de la comunicación me había atraído tanto que sencillamente necesitaba saber más. Bajé al acueducto y hablé con la gente. Unos me explicaban su frustración como jóvenes, otros su punto de vista trabajado con la edad... y a otros les pedía yo me explicaran qué se quería y pretendía con estas asambleas. De repente la Teoría del Café se cumplía incluso con un trozo de paella entre medias, las personas me enseñaban más que cualquier medio y yo aprendía más de mí misma que con el briefing más molón.
Aprendí como parecemos nacer en un bipartidismo innato que nos condiciona a no molestarnos a elegir fuera de lo de siempre. Como la creatividad brilla en las calles, como se cambiaba el nombre de las plazas e incluso como alguna marca se aprovechaba. Pero pese a esto también aprendí que muchas veces las victorias de unos se convierten en las derrotas de otros. Que un #nonosvamos se interpreta como un regodeo del fracaso. El mirar ciertos titulares, fotografías e interpretaciones muchas veces me producía un ligero ardor de estómago: sus palabras no parecían recoger nada de todo aquello en lo que yo me había inmerso. Claro, es tan difícil ver el vaso medio lleno o medio vacío, según convenga....
Supongo que, como muy bien dice (o dibuja) mi querido hermano: todo acaba siendo la misma mierda con nombre diferente.
A veces creo que todo esto que he ido relatando: asombro, emoción, curiosidad, miedo... se condensó en un día, el 27 de Mayo.
Me levanto un viernes y abro Twitter como todas las mañanas (a eso de las 13.00h...). Lo primero que me encuentro es sencillamente dolor.
La Plaza Cataluña, esa plaza por la que durante dos meses pasé diariamente, esa plaza donde un día me encontré a un señor tocando un piano de cola, esa plaza donde iba a espantar palomas y donde leía cuando hacía sol estaba llena de violencia. No entendía como podían atacar a un movimiento pacífico ni como el fútbol volvía a ser la cortina de humo.
Veo como de repente un hastag se vuelve Trending Topic en momentos, como una fotografía se viraliza con más de 200.000 visitas en apenas 20 minutos... Pero en esos momentos la comunicación deja de asombrarme tras quedar lleno el cupo de la estupefacción.
Y sí, por una vez los medios parecen hablar del tema (Antena3. La Noria). Pero yo sigo sin comprender porque el asfalto que tanto recorrí ahora estaba lleno de sangre.
Supongo que para muchos esto no dejará de ser un movimiento de niñatas y perroflautas. Quizá algo que no lleve a nada o quizá algo que ha hecho que, al menos, la gente se levante del sofá, apague la tele y vaya " a oler " qué pasa.
Yo mientras tanto, sigo fascinada, asombrada e inmersa en estudiar la historia desde el presente. Ahora incluso quiero saber más de la pasada y dejar de preguntarme tanto por la futura. Como siempre dice mi padre... "No preguntes por saber, que el tiempo te lo dirá".
PD. si algo me encanta son los perfiles que la familia real acaba de crear en Twitter. No sé porqué, pero me suena a un muy buen aprovechamiento de la moneda social...